Ya no escribo con letra muerta
pues el lenguaje me levanta
me toma desde los tobillos
para azotarme contra la tierra
se me empapan los ojos de lluvia
y me suda la boca
la sabia de los arboles del mundo.
Ya no escribo con tinta mental
pues el lenguaje me ha tomado
me mecen los versos desde el estómago
y me depositan calma sobre las montañas del universo
las palabras inquietas y milenarias
hacen una ronda frente a mi cuerpo de niña
que chapotea en el lodazal de
lo indescifrable
me abrazan verdades en palabras que no se pueden volver a repetir
y brotan otras que suscitan otras
como cascada.
Ya no escribo con letra aparente
pues el lenguaje me ha enjuagado el habla
me enmudece el vocabulario de la muerte
y me estalla en la garganta el vocabulario de la vida, en vida y viva.
Ya no escribo en hojas sueltas
porque mi cuerpo resguarda estos últimos poemas
subrayados con la tinta de mi corazón.